¡NO QUIERO IR AL COLE!

El 50% de los alumnos fracasa o abandona sus estudios. Una escuela, un sistema de enseñanza que produce un resultado de un 50% de fracaso escolar debería ser cuestionado frontalmente. ¡No quiero ir al cole! es la respuesta matinal temida por millones de madres y padres. Seguida, en muchos casos de llantos, tirones, espasmos, vómitos, fiebres y una diversidad de síntomas que pueden acabar en urgencias.

Estamos viviendo una era de fracasos humanos cuyas manifestaciones son la violencia, la delincuencia, las minusvalías, la drogadicción, el alcoholismo y la impotencia ante la falta de trabajo. El fracaso escolar se constituye en un paso intermedio en esa dirección,  donde germinan estos otros fracasos.
«Generador de exclusión, el fracaso escolar es en muchos casos el origen de algunas formas de violencia o de extravíos individuales. La lucha contra el fracaso escolar debe ser, por tanto, un imperativo social». UNESCO

El vehículo esencial del proceso de aprendizaje es el amor y la identificación con un objeto querido. Ese sentimiento debe ser construido inicialmente en el clima familiar. La estructura familiar es irreemplazable. El niño, la niña, necesitan quienes cumplan cada una de estas funciones. Los niños violentos lo son porque han sido violentados.

¿Qué es lo que hace la educación para que, de todos esos niños y niñas de entre 3 y 6 años simpáticos, graciosos, alegres, divertidos, inquietos, activos, incansables, investigadores, curiosos, devenga una multitud de jóvenes y adultos hoscos, agresivos, tristes, aburridos, apáticos, sosos, indiferentes, indolentes y holgazanes?

La labor imprescindible e insustituible de los padres, la implicación de los colegios y el profesorado, no hay nada mejor que redirigir a los niños hacia vidas saludables donde el deporte y en concreto las artes marciales, afianza la confianza en sí mismos, incrementa el compañerismo, ayuda a mantener un cuerpo y mente sanos preparándolos así para afrontar mejor su propio futuro.

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