Niños, esos grandes pequeños…La infancia es la etapa donde el ser humano es capaz de absorber el conocimiento, los valores y la experiencia necesarios para el día de mañana ser hombres y mujeres.

Pero a la vez que tienen esa avidez de conocimiento, tienen un caudal de energía inagotable y somos nosotros padres, tutores, profesores los que debemos encauzarles para que canalicen la energía.

Por ello el Kenpo Karate es tan importante en la infancia y la adolescencia. Un profesor de un Arte Marcial no es tan solo un experto conocedor de la técnica de su Arte. Ha comenzado a entender, en la búsqueda de su camino, que el ser humano tiene una esencia divina que no se puede ver pero que se manifiesta en nuestras acciones, en las técnicas. Comprendemos entonces que si bien para un niño y un adolescente somos un ejemplo, una imagen a copiar, sólo somos un «mojón», punto de guía y referencia en su propio camino. De ello deriva que un Arte Marcial no sea una mera actividad física (ya lo dijo el filósofo del deporte José María Cagigal) y que en el Kenpo Karate existan los grados técnicos y los grados pedagógicos. Y la labor no sólo se desarrolla con los niños, tenemos que mantener abierta la comunicación con ellos y con los padres para que todos comprendamos que no se trata de hacer robotitos, maquinitas de competir para vanidad nuestra o de los padres. Si lo hacemos, habremos trazado un atajo pero habremos privado a la persona de la progresión en las etapas del conocimiento y por lo tanto de las experiencias que conlleva y que son los puntos de referencia que necesitará posteriormente. No debemos perder de vista que todo Estudio o Escuela de Arte Marcial no es un bazar sino un centro de enseñanza y práctica en la que las reglas de entrenamiento para niños y no tan niños deben acompañar durante nuestra vida y que se encuentran en los juramentos de nuestro Ed Parker Kenpo Karate.

Reforzar y felicitar el buen comportamiento es aspecto importante de la formación. Los buenos modales son como la etiqueta de un producto. Nunca sobran el «por favor» y el «gracias». Ese gracias que no cuesta y que no debe de faltar hacia las personas conocidas (padres, hermanos, compañeros, amigos, profesores, etc) como hacia los no conocidos (un vecino, alguien que nos cedió el paso, un dependiente que nos indicó donde estaba un producto, acordándonos de los agricultores y pescadores al comer, etc). Acordarnos que debemos tratar con respeto a todas las personas, empezando por nuestro entorno, no riéndose de nadie por un resbalón, su condición o su mala fortuna porque todos los seres humanos tienen cosas buenas y malas. Y estudiar y practicar Artes Marciales para defenderse, encontrarse mejor, encontrarnos a nosotros mismos y no para alardear o sólo para hacerse un nombre, sino para hacerse un Hombre o Mujer.

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